ANTECEDENTES
Hace exactamente 3’5 millones de años, la
evolución nos concedió a la raza humana el privilegio de pasar de la posición
cuadrúpeda (cuatro patas) a la bipedestación (posición erguida). Gracias a esto
pudimos dejar libres nuestros miembros superiores, confiándoles un papel
importante y una gran responsabilidad, pudiendo así realizar tareas de gran
fuerza o de prensa fina.
A cambio de esto tuvimos que pagar con la
verticalidad de la columna vertebral y todo lo que ello conlleva.
En la actualidad, pasamos la mayor parte del
tiempo en nuestros trabajos, donde de forma inconsciente adoptamos posturas que
sobrecargan nuestra espalda, desembocando en los conocidos dolores en la zona
cervical, lumbar.
Este artículo va dirigido a toda la población
en general; a todos aquellos que en alguna ocasión hemos sufrido de estos
incómodos dolores, que a veces nos incapacitan para desarrollar las actividades
de la vida cotidiana; ya sean, escolares y adolescentes, embarazadas, padres y
abuelos, sedentarios, personas con sobrepeso, deportistas, trabajadores,
adictos al ordenador, enfermos, personas operadas.
Al hablar de higiene postural nos referimos a
la postura correcta que debemos adoptar al realizar las actividades de la vida
cotidiana, ya sea de forma estática o dinámica.
Siendo conscientes de la situación de nuestra
espalda en el espacio y la forma en que la disponemos, en trabajos que
requieren permanecer mucho tiempo sentado, al elevar objetos pesados,
podemos evitar situaciones patológicas e incapacitantes como el conocido dolor
de espalda.
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